En el siglo pasado era muy popular de que todas las noches salía un chivo misterioso de gran tamaño que le gustaba espantar a inocentes personas que salían a altas horas de la noche.

En ese tiempo, varios niños eran aceptados en distintas casas para prestar sus servicios a cambio de comida y asistencia a la escuela, regresando a sus pueblos con buena educación.

Uno de ellos se llamó Fernando y fue alojado en casa de don José María Velázquez.

Una noche lo mandaron a casa de don Lorenzo para comprar cebada y cuando iba a medio camino se apareció el chivo enfrente de el, se paró en sus pies traseros, se apoyó en los hombros de Fernando, movía sus mandíbulas como para masticar y tenía los ojos color de lumbre. El niño logró escapar y corrió a la casa de don Lorenzo, pero al entrar cayó desmayado al suelo, después de lanzar gritos muy agudos.

También a un nieto de don Lorenzo, Valeriano Barrera era muy parrandero y cuando regresaba a su casa a media noche escucho al chivo que chillaba en medio de la calle, Valeriano se acercó violentamente al tronco de un fresno para evitar que el animal lo atacara, más de pronto lo escucho chillar arriba del árbol, entonces corrió lleno de miedo hasta su casa.

Supongo que todo fue obra de la imaginación o del miedo.

Fuente: Sergio Ramos González